Un personaje creado por Sega que poco ha trascendido a lo largo de los años es justamente Greendog. De hecho, es más que probable que sólo los que hemos disfrutado de este sistema de 16 bits en su época lo recordemos. ¿El motivo? un plataformero que quedo algo “incompleto”. La trama nos centra en el muchacho – o sea Greendog – quien se encuentra de vacaciones en cierto destino del Caribe surfeando hasta que algo insólito ocurre: al estrellarse en la arena, un extraño pero hermoso collar de oro aparece colgado en su cuello.

Una chica exuberante en bikini rojo, que se ve que pasaba por la playa, le informa que para quitárselo, debe encontrar el tesoro azteca: roto en seis partes y repartido en diversas islas caribeñas. Para colmo, el pendiente provoca que todas las criaturas vivas lo ataquen repentinamente, y lo más importante de todo… ¡tampoco puede surfear! Ante esta pesadilla, nos metemos de lleno en lo que es el video game, que cómo bien comentaba, bien podría haber sido un excelente título de plataformas, pero quedó algo mediocre.

La movilidad del fulano es bastante particular, puesto que el lungo personaje realiza unos saltos que por momentos parecen indomables y estira su cuerpo para disparar “frisbees” (nuestra arma: “discos voladores” para los muchachos) de una manera más que exagerada. Claro está, dicha maniobra nos hace perder un tanto el control y por ende, la vida. Una barra de energía nos brinda dicha información de salud, que se recupera fácilmente, ya que en cada nivel hay una especie de insignia o elemento en particular (tótems y pelícanos, por ejemplo) que al dispararle, nos proporcionará alimentos y bebidas diversas. En paralelo, una serie de power-ups cómo ser un paraguas y un frisbee automático, se presentan para darnos una mano. Los niveles son totalmente lineales pero por momentos bastante complicados, en gran parte, por la jugabilidad y los obstáculos que se presentan. Cabe destacar que durante los niveles intermedios, nos manejaremos mediante nuestro “pedal-copter” hasta llegar al siguiente destino.

Los gráficos son buenos, aunque no de lo mejor que podría ofrecer la Genesis. Todo está ambientado en un entorno tropical dónde la música es el plato fuerte, con suaves melodías que nos hacen creer que estamos en el paraíso. El sonido FX, sin duda algunas la caga. Nefasto al ciento por ciento, con ruidos que parecen hechos con la Commodore 64. Toda esta serie de factores, más el poco carisma del personaje, sin duda alguna disminuyen el game, que a pesar de las – por momentos duras – críticas, merece ser jugado.